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Strawberry pie and yellow-press scandals

– ¿Y cómo demonios fue que pasó eso, Tetchan?
El honorable líder sama de L’Arc~en~Ciel frotaba su hombro, donde habían tenido que darle dos puntadas a causa de un mordisco demasiado brusco durante una sesión amorosa.
– No quiero recordarlo ahora, Ken chan… de verdad…
– ¡Oh, vamos!
– Es que… fue… inevitable…
– ¿Inevitable?
– Un.
Ken enarcó una ceja.
– Todo empezó – dijo Tetsu tras un suspiro – mientras cenábamos la otra noche. Ya nos habíamos bebido más de una botella y media de sake…

~ Tokyo, tres noches antes…

– Eso… luce demasiado dulce, Tetchan…
– ¿Lo crees?
– Un.
– Qué desgracia. Esperaba que todo fuera de tu total agrado esta noche…
– Lo ha sido Tetchan. Es sólo que no me encantan los dulces – observó cómo Tetsu bajaba la mirada al mantel –. La noche no dejará de ser perfecta si me salto el postre…
Gackt intentó resistir a la expresión de total desolación que apareció en el rostro de su amante al levantar la mirada hacia su rostro y…
Falló.
Después de todo, no se le podía culpar por ceder: la cena había sido deliciosa, la música de cuerdas llenaba el aire, la luz de las velas sumía todo en una exquisita semipenumbra, el sake frío les calentaba la sangre… no podía dejar que una mísera rebanada de pastel de queso con fresas arruinara la noche provocando esa expresión en el rostro de su Tetchan. No cuando celebraban su segundo aniversario…
– Veré qué tal está – se rindió.
Con dedos temblorosos, tomó una porción en su tenedor y lo llevó a su boca.
Era dulce. Mucho, para sus estándares; pero su paladar disfrutaba de la suave textura cremosa, mientras el sabor ácido de las fresas contrastaba con la sonrisa que ahora iluminaba el rostro de su amante.
– ¿Qué tal?
– No está mal.
– Te dije que era delicioso.
– Aunque no se compara contigo.
Tetsu, pleno de felicidad, dejó oír una risita muy propia de una secundariana halagada por el chico popular de la escuela. Desviando la mirada hacia un costado, tomó un gran bocado de pastel y, en su delirio absoluto, lo embadurnó en la comisura de su boca.
Empezaba a sonrojarse cuando sintió unos familiares dedos limpiando su rostro.
– Eres un niño, Ogawa.
– Eso me dicen – sus palabras murieron en su garganta, mientras toda su atención se volcaba en la sensual manera en que Gackt lamía el pastel de su dedo índice. Antes de que pudiera lamer el siguiente de sus dedos, Tetsu capturó su mano por encima de la mesa y llevó los dedos de Gackt hasta su boca, lamiendo y succionando con fuerza, arrancando un suspiro de sus carnosos labios.
– Tetchan…
El bajista no respondió con palabras, sino a través de su potente mirada.
De inmediato, las sillas habían sido arrojadas al suelo y ambos se enredaban en un abrazo fuerte, devorándose a besos, mientras sentían como si un ahogado murmullo se levantase a su alrededor.
Los ojos de Tetsu siguieron la estela de color vino que dibujó la camisa de Gackt al caer al suelo. Sus dedos deshicieron los botones de sus pantalones mientras Gackt se sacaba las botas de un tirón. El pantalón de diseñador voló por los aires, yendo a caer cerca de la puerta. Gackt se deshizo de su ropa interior, la última barrera que impedía que Tetsu lo tocara libremente. A penas la prenda estaba a la mitad de sus muslos cuando algo frío recorrió su torso. Una rápida mirada confirmó sus sospechas.
– Oops – dijo Tetsu traviesamente –. ¡Qué desastre! Creo que tendré que limpiarlo.
Mientras los ágiles dedos de pianista se ocupaban de su camisa, Tetsu deslizaba sus besos por el cuello del cantante, por sus hombros y por su pecho, donde había untado el restante de su pie de queso.
Gackt desabotonaba la camisa lentamente, en parte porque la posición era incómoda y en parte también porque no podía concentrarse del todo en su tarea mientras Tetsu torturaba sus pezones cubiertos por el dulce.
Por fin, la camisa cayó al suelo. El alto cantante siguió con el pantalón de Tetsu, librando una batalla con la complicada hebilla del cinturón doble. De pronto, Tetsu se escapó del alcance de sus dedos. Su protesta degeneró en un grito al tiempo que sentía a su amante tomándolo en su boca.
– Tetchan… – su cuerpo se tensaba como las cuerdas de un violín recorrido bruscamente por el arco, ondas de placer sacudiéndolo como electricidad. Pero no podía seguir así mucho más tiempo. No si quería que aquello se prolongara –. Tet… Tetchan…
Con un movimiento fluido, el bajista se incorporó y le miró a la cara, apreciando su agitación a través de ojos empañados de deseo.
Una vez más, se encontró atrapado entre fuertes brazos, sus labios reconociendo aquel beso ardiente.
Gackt se separó de él, jadeando con fuerza.
Al instante siguiente, un estruendo violentó la atmósfera: Gackt había tirado los platos y las copas al suelo. Sólo el candelabro quedaba sobre la mesa, apartado hacia un costado.
– No aguanto más – el cantante le sujetó entre sus brazos, presionándolo contra la mesa.
Mientras Tetsu permitía que su amante se deshiciera del resto de sus ropas, él admiró el brillo de las gotas de sudor sobre su cuerpo a la luz de las velas.
No pudo verlo a los ojos. Primero se sintió atrapar en un abrazo salvaje, y al instante siguiente se disolvía en un nuevo beso profundo y asfixiante. De pronto, no eran los labios de su amante quienes recibían las atenciones de sus labios y su lengua, sino sus finos pero fuertes dedos de pianista. Tan sólo un momento, antes de que su boca volviera a ser reclamada por labios apasionados y duros que casi le hacían daño.
Sintió una mano reptar hacia arriba entre sus muslos, y después sus dedos preparándole para lo que seguía.
Poco después, lo sintió penetrarlo, con tanto cuidado como siempre, a pesar de que sus respiraciones eran rápidas y entrecortadas.
Los besos degeneraron en mordiscos sobre sus hombros y sus rostros, sus ojos incapaces de mantenerse abiertos mientras el placer los recorría a ambos como si fueran una sola entidad.
Mientras sentía el delirio de la culminación sacudirlo, Tetsu tiró del cabello de su amante, haciéndolo hundir el rostro en su hombro. A Gackt no le tomó más de unas fracciones de segundo alcanzarle, mordiendo con fuerza su hombro mientras el mundo se detenía.
Después, sólo quedaba el sonido de corazones acelerados y respiraciones agitadas. La música se había detenido hacía mucho tiempo.

~ Presente…

– Vaya, Tetchan… lo reconozco… eso suena bien… – dijo Ken mientras lamentaba que Yukihiro se hubiese ido a pasar el fin de semana a Osaka.
– Se sintió mejor de lo que suena. Sin embargo, me arrepiento de eso por una sola cosa…
– ¿Por la demanda?
– No…
– ¿Por el escándalo?
– No…
– ¿Las puntadas en tu hombro?
– No…
– ¿Los cientos de fotos de la escena?
– En realidad, pensaba que es una pena que no nos dejen entrar más en ese restaurante. El ambiente es genial, y su pie de queso con fresas es una delicia.

~ Owari ~

Para Aiko chan!
Feliz cumple, chica!!

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