Alexa - 4

Perfectionism

Aquello ya amenazaba con volverse una rutina, y no por ello empezaba a acostumbrarse, claro está.
– Nosotros nos retiramos ya – empezó a despedirse Chacha.
– Iremos a descansar… si es que sabes lo que es eso – bromeó Ju Ken.
– Hai, hai. Gracias por venir.
– Por nada.
– Sore ja.
You observó a los otros dos músicos salir de cuarto de hospital y acto seguido se volvió hacia la cama, ocupada por un Gackt cuya sonrisa era una curiosa mezcla de aburrimiento, alivio, culpabilidad y fingida inocencia.
– De verdad, hermano, tienes que dejar de darnos estos sustos.
– Fue un…
– ¡No te atrevas! Trabajar cuatro días seguidos sin comer ni dormir NO es un accidente. Fue un milagro que te desmayaras en el pasillo del estudio y no mientras conducías.
– Lo siento, You chan.
– No te disculpes conmigo. Discúlpate con Tamaru que casi sufre un paro cardíaco al enterarse… y con su familia, por ocasionar que les despertaran a las tres de la mañana.
– Un.
– Tamaru vendrá en un par de horas para volver a sermonearte – dijo en tono jocoso –. Yo iré a casa a comer chatarra y ver televisión.
– Hidoi ne. Tú divirtiéndote mientras yo me aburro como una ostra aquí.
– Te está bien empleado. Con algo de suerte, el tedio te hará dormir – le dio un golpecito en el brazo –. Nos vemos mañana.
– Haaai – dijo con el tono de un niño montado en capricho.
Sin borrar la sonrisa, You se adelantó y le besó fugazmente en los labios, en aquel gesto de confianza absoluta que muy pocas personas comprendían en realidad.
– Y, por el dios de las guitarras, descansa.
– Un.
– Mata ashita ne.
You se volvió y dio un respingo al encontrarse con Hyde de pie en la puerta. Le dirigió una sonrisa y una rápida reverencia, y luego pasó por su lado sin decir una palabra. Hyde lo miró con humor. No cabía duda de que la gente inusual se agrupaba.
– ¡Yo!
– ¡Haido chan! Pensé que no vendrías.
– ¿Y perder la ocasión de verte sin maquillaje y vulnerable por una vez en la vida? Eso nunca. Y debo decir que esa bata tan pequeña y de tela tan delgada también es una buena motivación – sonrió perversamente –. Lástima que las sábanas estropean la diversión.
Gackt dejó oír una carcajada mientras Hyde agregaba un par de claveles color naranja al jarrón que había sobre la mesita de noche.
– También te traje esto – le entregó un solo chocolate de envoltura brillante.
– Gracias.
– En realidad, te había comprado una caja completa. Pero como de todas formas no te gustan mucho, me comí el resto.
– Eres adicto a la comida. Deberías ir a alguna terapia.
– Al menos mi adicción no me manda al hospital regularmente.
El alto cantante se sorprendió con el tono empleado por Hyde.
– Lo siento – se disculpó el vocalista de L’Arc~en~Ciel después de un rato.
– No. Está bien. Es la verdad…
– Gacchan… ¿por qué lo haces?
– ¿A qué te refieres?
– A esto – abrió los brazos para señalar su entorno –. Ya eres muy bueno, y no tienes que demostrarle nada a nadie. ¿Por qué llegar al extremo de ponerte en peligro?
– Fue sólo un desmayo, Hyde. Tampoco fue tan grave.
– Quizá, pero no es la primera vez que pasa.
– Nadie se ha muerto nunca por sobredosis de trabajo.
– ¿Y quieres ser el primero? – suspiró –. De verdad, quizá no sea ese el diagnóstico en las estadísticas, pero busca un poco en internet y verás la gran cantidad de infartos y paros respiratorios que tienen por causa el estrés y el agotamiento – hizo una pausa –. Nos preocupamos por ti, Gacchan. ¿Por qué haces estas cosas?
– ¿Quieres saber la verdad?
– Sería bueno.
– La verdad es que ya no busco competir con nadie. Al menos no desde hace tiempo.
– ¿Entonces?
– ¿No lo adivinas?
– La verdad… no.
– Eres tú, Haido chan.
– ¿Yo? ¿Ahora yo soy tu rival?
– No, baka – dejó escapar una risa nerviosa –. Yo sólo… he estado esperando que me notaras. Que de alguna manera… – exhaló.
– ¿Qué te note? ¿De qué hablas? ¡Si es imposible pasarte por alto!
– Lo que quiero decir es que… yo esperaba ser suficiente para ti… esperaba ser suficiente para que te enamoraras de mí.
Hyde jadeó de asombro.
– ¿E estás gastando una broma?
– ¿Te parece que estoy jugando?
– Eso… ¿De verdad es por eso?
– Un – desde hacía un rato miraba la fea lámpara del techo, esforzándose inútilmente por disminuir el sonrojo de su rostro.
– ¿Y por qué no habías dicho nada antes?
– Yo… esperaba un buen momento… para…
– Oh. Bueno, considerando que estás en el hospital por idiota, que nos has dado a todos el susto de nuestras vidas y que tienes unas ojeras impresionantes, supongo que este te pareció el momento apropiado. ¿Lo planeaste todo? ¡Es tan romántico!
– Haido chan, yo…
– Disculpe, señor – interrumpió una joven enfermera de voz suave pero firme –, la hora de visita terminó hace cinco minutos. Tengo que pedirle que se retire. Camui san necesita descansar.
– Sí, lo sé. Ahora mismo me despido.
La joven devolvió la reverencia y se marchó.
– Tengo que irme.
– Haido…
– Luego hablaremos.
– Al menos dime si…
– Baka – y capturó sus labios en un beso que muy poco se parecía a los suaves y fraternales de You –. ¿Te parece un buen resumen?
– No sé qué decir.
– Guárdalo. Te veré mañana.
– Un.
– Descansa… amor.
Se despidieron con una mirada cariñosa y, fuera, todo el cuerpo de enfermeras se dispersó al ver a Hyde emprender el camino hacia la puerta.

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Con muchísimo cariño para mi niichan Alfrodo,
que quizá nunca llegue a leer esto.
Se te quiere, chico!

by Alexa