Alexa - 3

María

Aquel era un día como cualquier otro…
El trabajo había marchado tan bien como se esperaba, la reedición de los discos se estaba vendiendo mejor de lo esperado, el nuevo compendio de video casi había agotado su tiraje aún antes de su fecha de salida y había una gran expectación por el tour de ese fin de año. Sin embargo, nada de eso lo hacía feliz. El dolor, las dudas y el agotamiento mental torturaban su alma. Ahí fuera había cientos o miles de personas esperando su trabajo… pero él seguía sin comprender para qué hacía tales cosas. ¿Para qué continuar, si aquellas personas para quienes escribía su música jamás se daban por enteradas?
Quizá lo sabrían si él se los decía… pero no se atrevía…
¿Cómo declarar su amor a alguien que parecía perfectamente feliz al lado de alguien más?
Sonrió sin alegría al pensar en él, dando todo de sí en un concierto de L’Arc~en~Ciel, cruzando cariñosas miradas con aquél al que amaba…
Ellos eran felices así… y así debía dejarles.
Alguien le había dicho alguna vez que lo suyo no era amor, sino un simple capricho que amenazaba con tornarse en obsesión; pero Gackt sabía que no era así. Los caprichos no dolían en el alma, no quemaban el corazón, no invitaban al sacrificio en favor del objeto de deseo. Vaya que lo sabía. Mucho tiempo había trastabillado en la duda, pero al final había podido dar nombre al torrente de sensaciones que le atormentaba.
No se suponía que el amor doliera, que el amor desgarrara… pero eso era sólo poesía y melodía e ilusión. En la vida real el amor podía ser dolor, miedo, incertidumbre y angustia de la cual nadie podía rescatarle.
Había creído poder vivir con ello, transmutar las sensaciones en música que serían refugio para aquellos que no encontraban su camino… pero se había equivocado. De pronto, un día como cualquier otro, se encontraba agotado e incapaz de seguir soportándolo. La sensación era tan horrible que le dificultaba respirar. Se preguntaba si así sería como se sentía una persona atrapada en un incendio. Así debía ser. Tirándose de espaldas en la cama, se compadeció de aquellas personas en las estadísticas de muerte en incendios. Debía ser terrible estar atrapado en esa situación, tan sólo esperando el final. Sólo que ellos tenían la esperanza del final, y para él esa salida no existía.
Ausente, extendió la mano hacia el buró y sintió sus dedos tropezar con algo frío. Era la plateada forma de una pluma de ave, el abrecartas que utilizaba al repasar la correspondencia de las fans que lo adoraban sin llegar a entenderlo en realidad.
Lentamente, paseó su canto por su muñeca, justo debajo de la hilera de cuentas negras y, sin pensar demasiado, hundió la punta ahí donde la piel dejaba transparentar el azul de sus venas. Quizá hubiese sentido el dolor del corte si el dolor en su pecho no hubiese sido tan intenso; quizá hubiese sentido la calidez de las primeras gotas de sangre derramándose sobre su pecho si el fuego que lo quemaba desde adentro no hubiese sido tan fuerte…
Observó el rojo correr por su pálida piel hasta que la fuerza no le fue suficiente para sostener el brazo en lo alto.
Poco a poco, se estaba sintiendo mejor.
Ya no había dolor, ya no había miedo, ya no había necesidad de llorar…
Él sería feliz. Estaba seguro de que su amante y compañero de banda cuidaría bien de él en su lugar. Eso era lo importante. ¿Qué estaba pasando con él? Nada en realidad… nada importante, en todo caso. Quizá ahora mismo él cerraba los ojos, rendido al sueño y a la calidez del dulce abrazo de su amante… mientras él sentía la sangre escribir la historia de su amor alrededor de sus muñecas…
Todo estaría bien. No guardaba rencor por el dolor causado. A las personas amadas no se les guarda rencor…
Todo estaría bien. Sólo quedaba rendirse al sueño que, igual que muchas otras noches, prometía cumplir sus deseos, esta vez para siempre.

by Alexa