Alexa - 1
Ore wa uke ja nai!!
Round 1
— Ese hijo de perra… — murmuró Gackt entre dientes antes de vaciar su copa de un solo trago. Hizo señas al barman, que asintió y volvió a llenarle la copa.
El alto JRocker apoyó la barbilla en su mano, su mirada perdida en las burbujas de su copa de licor. “¿Cómo pude caer en eso?”, se preguntaba una y otra vez.
Nadie en el mundo podía imaginarse que el mismísimo Gackt se encontrase en un bar de cuarta categoría intentando ahogar el dolor de su corazón destrozado en alcohol barato. A él mismo le costaba trabajo aceptarlo, cuando había cientos o miles de hombres y mujeres soñando con la oportunidad de acercársele al menos una vez en la vida. Gackt era un semidiós del medio, idolatrado por millones y envidiado por más aun. Y sin embargo, ahí estaba…
Volviendo a vaciar la copa, pidió otro trago, que el barman sirvió de inmediato. Esas eran las ventajas de los antros de baja categoría como aquél: primero que nada, todos estaban demasiado abrumados con sus vidas como para prestarle atención a una abatida estrella de rock como él y, segundo, al barman le importaba un cuerno si bebía hasta romper todos los récords mientras pagara, no le causara problemas y se mantuviera conciente hasta haber salido de su establecimiento. Sí, las maravillas de los lugares comunes y corrientes.
— La próxima vez que lo vea… — juró antes de volver a apurar el trago.
— ¿Mala noche?
Gackt se volvió, francamente molesto. Estaba a punto de mandar al diablo al bastardo que había interrumpido sus juramentos cuando notó que aquel no era un tipo cualquiera. Lo que era más, lo conocía de alguna parte.
— He tenido mejores, definitivamente…
— Entonces ya somos dos — desvió la mirada hacia la pared más allá de la barra.
Y fue entonces que Gackt lo reconoció. Debía estar ya bastante ebrio para no haber reconocido al instante ese cabello largo, lacio y negro como el ónix, la piel blanca y esas facciones que le conferían el aspecto de un espíritu de la mitología japonesa. Por supuesto, no era otro que Sakura, el antiguo baterista de L’Arc~en~Ciel.
El nombre de la banda hizo eco en su mente y una nueva oleada de ira lo recorrió.
— ¿Y qué es lo que te trae por aquí?
— Ya sabes… cosas que pasan… ¿y a ti?
— Me he peleado con alguien por enésima vez.
— ¿Y éste siempre es tu remedio?
— De vez en cuando. Supongo que lo que quiero es olvidar lo estúpido que todo esto me hace sentir.
El barman los miraba de reojo, tal vez interesándose en su charla, así que Gackt decidió que, ya que desahogaba sus penas, al menos quería elegir a la audiencia.
— Dame una botella completa de Vodka — dijo en voz neutral. Recibió la botella y la pagó, junto con otras nueve copas que debía —. ¿Vienes?
Sakura asintió y siguió al cantante hasta una mesa en un rincón pobremente iluminado.
— ¿No te parece irónico? — decía mientras descorchaba la botella con la habilidad que sólo un verdadero experto desarrolla —. Tienes una fila de fans que matarían por darte una noche y, sin embargo, alguien es capaz de tratarte como basura.
El baterista esbozó una amarga sonrisa, aceptando la copa que le ofrecía Gackt.
— Sí… en ese caso, estamos absolutamente iguales.
— Ah, ¿si?
— Y lo peor es que sé que la próxima vez que ese bastardo venga a buscarme, no podré resistirme a él.
— Definitivamente te comprendo… paso por lo mismo — Gackt empezaba a perder sus inhibiciones ahora que comenzaban las confesiones ebrias de parte de ambos —. El hijo de puta me llama y luego de siete magníficas horas, me bota de su apartamento. Si al menos me hubiera dado una hora más, no sería tan terrible.
— Un. Estúpido, estúpido, estúpido…
Gackt no sabía si Sakura se llamaba estúpido a sí mismo, a él o al bastardo que lo tenía en ese estado, pero como parecía estar hablando consigo mismo, o con su copa, como mucho, él procedió a hacer lo propio. Después de todo, lo único que necesitaba era hablar, decir todo lo que encerraba dentro de sí; y si era a alguien que se encontraba en el mismo estado que él y que no recordaría nada a la mañana siguiente, pues mucho mejor.
— Si al menos no fuera tan sexy y…
— ¡Esa voz! ¡¿Cómo puedo decirle no cuando me llama diciendo “Ne, Sakura chan…”?!
— Desde que estuvimos en Taiwán, se cree que es mi dueño…
— El sólo pensar en esas alas en su espalda!
— Tal vez si me deshiciera de Ogawa…
Sakura, de algún modo, captó la última frase de Gackt.
— ¿Ogawa?
—Un, Ogawa Tetsuya.
— ¿Mi antiguo líder?
— Sou desu… ¿vas a defenderlo?
— No. Sólo me preguntaba cómo te afecta Ogawa.
— Pues es él quien está en mi camino — dijo como si resultara obvio.
— Acaso… hablas de Haido chan?!!
— Un…
— Uso!
— No me digas que tú también…
— Me temo que sí…
— Ano yarou!
— Las cosas empeoran — Sakura se inclinó hasta recostarse sobre la mesa —. Así que hay otro más… supongo que con Haido todos los rumores deben creerse.
— ¡No lo puedo creer!
Sakura se encogió de hombros.
— ¡Bienvenido al club!
Gackt respiró hondo.
— Bueno, al menos ahora no necesitamos muchas explicaciones.
— Un. Y tienes razón, Haido es un hijo de puta.
— Sou desu ne… ¡Rayos! ¡Y yo que pensaba que era el único!
— ¡Ja! ¡Qué buena broma! ¿Haido tiene una lista impresionante, sabes?
— Pues… no puedo culpar a quien quiera que esté en la lista.
Sakura rió. El alcohol que ya tenía en la sangre le permitía tomarse todo aquello de manera amable.
Y como era de esperarse de dos ebrias estrellas desairadas, se encontraron completamente de acuerdo en que si bien Hyde era un bastardo egoísta, era demasiado sexy como para resistirse a él.
Por un buen rato, continuaron quejándose, maldiciendo a Hyde y consumiendo alcohol, hasta que fueron los dos últimos clientes en el bar y los empleados les dirigían miradas de hastío que eran casi tan efectivas como los empujones para sacar a la gente. Para entonces, Sakura y Gackt eran ya buenos amigos, al menos hasta que los efectos del alcohol se disiparan.
— Tal vez deberíamos retirarnos… — comentó Sakura.
Gackt estuvo de acuerdo. Pagaron sus cuentas y salieron; Sakura aún llevando un vaso de vidrio barato en su mano. Ninguno de los empleados se percató de ello.
Gackt tenía experiencia en mantener la vertical cuando el piso parecía más inestable que el oleaje del mar, pero a Sakura se le dificultaba mucho la tarea de conservar el equilibrio.
— ¿Cómo haces para conservar el equilibrio de ese modo?
— Con práctica, Sakura chan, sólo con práctica. Después de un tiempo, el organismo se adapta por sí sólo.
Sakura tenía serios problemas para caminar en línea recta.
— ¿Qué harás ahora?
Las luces del bar se apagaron y casi inmediatamente después, los tres empleados que quedaban ahí se fueron, pasando junto a los músicos con total indiferencia.
— Regresaré a mi casa, por supuesto.
— ¿En auto?
— No creo poder conseguir un taxi a esta hora, y no quiero zigzaguear hasta el metro.
— ¿Llegarás con vida hasta tu casa?
— Confío en que las calles estén lo suficientemente despejadas como para eso.
Gackt negó con la cabeza.
— Sore wa ikenai yo.
— Eh?
— Vamos, yo te llevo. Ya mañana podrás venir a recoger tu auto.
Sakura pareció meditar la propuesta un momento. No le desagradaba en absoluto la compañía del cantante; sólo dudaba de su capacidad para recordar en cuál bar había dejado su auto.
“Me preocuparé por eso mañana…” concluyó y siguió a Gackt hasta su auto.
Subió al asiento del copiloto, captando al instante el aroma de la Egoist de Gackt. Era una esencia realmente sugestiva; ahora comprendía por qué el alto JRocker la utilizaba.
— ¿Y qué fue lo que te puso en ese estado?
— Haido, por supuesto.
— Lo sé — dijo Gackt —. Lo que quiero decir es, ¿qué te hizo esta vez?
— Como suele hacer, se apareció de pronto en mi casa, mirándome con esos enormes y hermosos ojos que tiene…
— Un — Gackt podía imaginarse a dónde iba todo eso. Después de todo, también él era víctima de esos ojos de princesa.
— Por supuesto me dije que esta vez no caería en su juego, pero dijo que sólo quería conversar con un amigo, que estaba aburrido porque Tetsu estaba fuera de la ciudad. Justo entonces debí darme cuenta de lo que quería, pero cuando está frente a ti, es imposible pensar con claridad.
Gackt asintió, comprensivo.
— Aunque lo dejé pasar porque él sólo quería charlar, tres minutos después ya estábamos en la cama…
El cantante emitió un silbido.
— Todo hasta ahí iba bien, pero hoy se sale de mi apartamento diciendo que Tetsu iba a regresar antes de medio día. Así nada más, todavía era casi madrugada… — miró su vaso vacío, recordando el radiante rostro de Hyde mientras le anunciaba que se iba para poder recibir a Tetsu como era debido.
— ¡Vaya! Pues te tengo una noticia: el vuelo de Ogawa se retrasó.
— ¿Cómo lo sabes?
— Haido me llamó. Dijo que necesitaba de mi compañía porque extrañaba a Ogawa. Y, como ya te imaginarás, Haido tiene una forma muy especial de convencerte de consolarlo justo como a él le gusta.
— Lo sé.
Gackt no se apresuraba por dos razones: no quería sufrir un accidente y tampoco quería separarse muy pronto del baterista.
— Pues bien, siete horas después de que llegué al apartamento de Haido, sonó el teléfono y resultó ser Ogawa, que había conseguido un vuelo de improviso y ya estaba en Narita. Así que Haido se puso histérico y me sacó del apartamento así como estaba.
Gackt recordó la escena, cuando sólo podía mirarlo, dejándose arrastrar fuera del apartamento por un Hyde que requería de todas sus fuerzas para medio empujarlo aunque él se dejaba conducir, aún mudo de asombro.
— ¡Date prisa en salir de aquí, Tetchan no tarda en llegar!
— ¡¡Demo, Haido chan!! ¡No puedes hacerme esto!
— Gacchan, Tetchan llegará en cualquier momento — y dicho esto, lanzó hacia fuera de su casa una bola formada por la ropa y los zapatos de Gackt y cerró de un portazo.
Pasaron varios segundos antes de que Gackt reaccionara y comenzara a golpear la puerta.
— ¡Haido, abre!
— ¡Lo siento, Gacchan! — Haido se apoyaba en la puerta, sintiendo las vibraciones de los golpes de Gackt sobre la madera mientras intentaba volver a respirar normalmente.
— ¡¡No puedes sacarme así, fueron sólo siete horas!!
— ¡Te prometo que para la próxima serán doce, si te portas bien conmigo!
— ¡¡Demo, Haido chan, eres cruel!
— Tengo que cambiar las sábanas — miró hacia abajo, observando su cuerpo desnudo —; y darme un baño.
— ¡Al menos déjame pasar y cambiarme dentro!
— No, Gacchan. Eres demasiado irresistible. Sobre todo cuando estás a medio vestir.
— ¡Ábreme, Haido!
Hyde lo ignoraba por completo, tarareando una tonada para sí mismo mientras iba a cambiar las sábanas de su cama.
El alto cantante sabía que las posibilidades de ablandar el corazón de Hyde eran más bien nulas, pero no podía darse por vencido así como así.
— ¡¡¡Haido chan!!!
En eso, la puerta se abrió, y Gackt por un momento no pudo creer que fuera cierto. Ya conocía los arranques de Hyde y no tenía muchas esperanzas de que fuera a admitirlo de regreso en el interior.
De pronto, Hyde se asomó por la puerta con una enorme y radiante sonrisa y arrojándole una pelota de sábanas de seda color naranja todavía húmedas.
— Ne, Gacchan, hazme un favor. Lava esas sábanas y devuélvemelas lo más pronto posible. Son las favoritas de Tetchan, y estoy seguro de que las echará de menos. ¡Ja ne! — dicho esto, cerró la puerta de nuevo, asegurándola y comenzando a canturrear una nueva canción para sí mismo mientras se dirigía de vuelta a la habitación.
Gackt se quedó mirando la puerta con incredulidad. Hyde se había mostrado realmente tierno con él esa mañana; casi tanto como lo había sido en Taiwán, cuando el alto cantante creía que Hyde era tan inocente como su aspecto aparentaba, y ahora… ¿Cómo podía alguien tan hermoso y que apenas hacía unos minutos se le entregaba de forma tan amorosa, comportarse tan fría y cínicamente?
Así que ahí estaba Gackt, la gran estrella de JRock, en el pasillo del veinteavo piso de un elegante complejo de apartamentos en Shibuya, cubriendo su cuerpo desnudo con sólo una sábana de seda anaranjada y su ropa regada en la alfombra del pasillo. Finalmente, decidió que todo empeoraría si Ogawa llegaba y lo encontraba desnudo y envuelto en una de sus sábanas de seda fuera de su casa. Así que empezó la ardua tarea de vestirse mientras trataba de cubrirse lo mejor que podía con la sábana.
— ¡Vaya! ¡Esta vez sí se ha excedido! — comentó Sakura tras escuchar el relato de Gackt —. ¿Sabes? Envidio sus poderes de seducción como no tienes una idea.
— Sí… resultarían muy útiles. Claro que hay que combinarlos con un buen gusto.
— ¿Buen gusto? Haido se tiraría cualquier cosa que se mueva… a veces creo que si no tuviera cerca nada que se moviera, se tiraría hasta una escoba.
Gackt dejó escapar una carcajada.
— Demo, Haido sí tiene buen gusto.
— Sou desu ne…
— Quiero decir, ninguno de nosotros está tan mal.
— Nada mal — comentó mirándolo detalladamente.
Gackt sintió la mano de Sakura acariciar su muslo, y un estremecimiento recorrió su espalda.
El baterista subió su mano por el interior de la pierna de Gackt, observando sus reacciones para saber si continuar o no. Provocándolo, retiró la mano.
Gackt lo miró de reojo y Sakura dejó escapar una risita.
Devolvió su mano a la rodilla del cantante, se inclinó para besar su cuello. Sintiéndolo temblar ligeramente, subió hasta su mejilla.
Bruscamente, Gackt detuvo el auto junto a la acera. En cuanto el auto se detuvo, se volvió, apretando a Sakura contra su cuerpo y correspondiendo sus besos y caricias.
Las manos de Sakura comenzaban a colarse bajo los pantalones de Gackt cuando éste se detuvo, apartándose bruscamente e intentando volver a respirar normalmente recargado en el asiento.
— Doushita no? — preguntó Sakura preocupado.
— Si te dejo hacer eso, pronto estaremos haciéndolo en el auto y no quiero que nos arresten.
Gackt mantenía la vista al frente y las manos apretadas en el volante mientras intentaba recobrar el control.
— ¡Entonces apresúrate a llegar a mi casa!
— ¿Estás loco? ¡Queda demasiado lejos! Estoy orgulloso de mi autocontrol, pero dudo poder contenerme tanto tiempo.
— ¿Alguna sugerencia?
Gackt miró los alrededores, como para asegurarse del lugar donde se encontraba, y recordándose los riesgos de ir a buscar un hotel en compañía de Sakura, pues en días como ese los paparazzis solían estar en los lugares más impensables. De pronto, se le ocurrió una idea.
— Mi casa queda más cerca.
— ¡Bien! — aceptó Sakura, pues sabía que el cantante tenía razón y que, de pasar mucho tiempo, corría el riesgo de saltarle encima provocando un accidente que podía matarlos a los dos.
Camui Gackt, que siempre se conducía con elegancia y moderación, mandó al diablo todas las leyes de tránsito y voló hasta el edificio de departamentos donde vivía siempre que estaba en Tokyo, causando que la velocidad los mantuviera aplastados contra sus asientos.
El corazón latía al triple de su velocidad normal, y no sólo por la lujuria, sino por la forma salvaje en que Gackt manejaba y se estacionaba. Realmente había llegado a temer por su vida en ese corto trayecto.
— Aquí estamos — anunció feliz Gackt bajando del auto y buscando las llaves de su casa con movimientos desesperados.
Sakura golpeteaba el piso con el pie y mantenía los brazos cruzados sobre el pecho para controlar un poco la frustrante sensación de su erección presionada con fuerza por sus pantalones. Nunca le había parecido que un elevador tardara tanto.
— Tomamos las escaleras? — sugirió.
Aun con sus sentidos exaltados por la lujuria y el alcohol, Gackt no perdía su encanto ni su habilidad para ser siempre elegante, misterioso y provocativo, así que rechazó la propuesta.
— No tardará demasiado.
Poco después, se encontraban frente a la puerta de Gackt, quien abrió para ser empujado al interior por Sakura con movimientos verdaderamente desesperados.
De alguna manera, se las arreglaron para seguir besándose, acariciándose y quitándose las camisas sin dejar de avanzar hacia la habitación. La pequeña Bell Constantine corrió a recibir a su amo, sólo para toparse con la puerta de la alcoba cerrada antes de que pudiera entrar.
En el interior, Gackt había empujado a Sakura sobre su amplia cama de sábanas de seda. Mordisqueó el cuello del baterista mientras éste llevaba sus manos por debajo de sus pantalones. Dejó escapar un gemido de placer y Sakura aprovechó ese instante para invertir sus posiciones, colocándose sobre Gackt.
El cantante disfrutó de las caricias hasta que su tendencia natural a tomar el control volvió a dominar, y giró para quedar encima de Sakura, pero el baterista se resistió y quedaron ambos de costado. Gackt lo empujó, con fuerza pero gentilmente, y Sakura no cedió.
— ¿Qué haces? — preguntó Sakura entre beso y beso.
— Intento besarte.
— Lo estás haciendo bien — y a su vez, intentó recuperar su posición arriba.
— Vamos, Sakura chan — dijo con el tono más sensual de su voz aterciopelada —, quédate quieto un instante y déjame hacer mi trabajo.
— ¿Trabajo? Agradecería que hicieras el mío un poco más fácil.
— Tú sólo relájate. Soy un experto, prometo que no dolerá — y volvió a besar su cuello, sólo para sentir las manos de Sakura apoyarse en su pecho y apartarlo.
— Cho… chotto mate!
— Doushita no?
— ¿Qué es exactamente lo que pretendes?
— Mh… love, love, love, my honey.
La mirada de Gackt hizo muy obvio el camino que quería seguir.
— ¡Ni lo sueñes! ¡Yo voy arriba!
— Puedes estar arriba, aunque me imagino que debe ser muy cansado.
— Sabes bien a lo que me refiero. ¡Yo no soy uke!
— ¡Ja! ¿Y crees que yo sí?
— Tú, con tus ojos azules…
— ¡Y tú, con tu aspecto de maiko!
— ¿Maiko yo? ¡Yo no soy Haido!
De pronto, ambos quedaron en silencio. Quizá debían haberse dado cuenta desde el principio de que Hyde era lo que mejor definía a un uke… así que si los dos estaban con él, su rol estaba más que claro. Por un rato, los dos se sintieron idiotas, pero sus cuerpos aún reclamaban atención y ambos encontraban al otro demasiado sexy como para dejarlo ir, así que…
— ¡Demonios!
— No te preocupes, Gacchan. Con tu gran habilidad para hacer cualquier cosa, estoy seguro de que serás un buen uke. Puede que hasta superes a Haido chan…
— Olvidas que soy bueno haciendo todo aquello que quiero hacer. Y no desprecio para nada tu capacidad de aprender, así que…
Sakura rió.
— ¡Eres tan tierno! — empujó el hombro de Gackt, tratando de tenderlo sobre la espalda, pero no dio resultado.
— Si consigues derribarme, te dejaré hacer lo que quieras. Si no, me dejarás ser un buen anfitrión y tu maestro en nuevas experiencias.
Observando el delgado cuerpo de Gackt, que parecía tan delicado como para que el viento lo rompiese, Sakura aceptó, confiando en sus poderosos brazos de baterista.
Ahí estaban, dos grandes músicos ebrios, semidesnudos y arrodillados el uno frente al otro sobre la cama revuelta, mirándose como dos samurai a punto de librar un duelo a muerte.
Un ave nocturna pasó frente a la ventana y el ligero movimiento hizo a Gackt volver la cabeza. Sakura vio en ese movimiento su oportunidad y se lanzó hacia el frente. Por supuesto, Sakura ignoraba que el cantante poseía grado de experto en más de un arte marcial, así que pronto se encontró sobre el piso, inmovilizado por los brazos y piernas de Gackt.
— Kuso!
Con una enorme sonrisa de satisfacción, Gackt lo liberó de la llave que le había aplicado.
— ¡Vete al infierno, Gackt! — escupió mientras se ponía en pie.
— Sólo si te vienes conmigo — con su sonrisa tornándose seductora, Gackt volvió a besarlo mientras botaba el cinturón hacia un lado.
El beso de Gackt era intoxicante, igual que sus caricias expertas sobre todo su cuerpo. Sintiendo su pasión encenderse de nuevo, decidió seguirle la corriente al menos por un rato. Ya después vería cómo recobrar el dominio de la situación.
Gackt lo hizo recostarse de nuevo, besando y acariciando todo su cuerpo casi con rudeza. Sakura levantó un poco las caderas para permitirle que le quitara los pantalones. Sus dedos de pianista se movían ágiles y fuertes sobre su erección, arrancándole una serie de gemidos. Deseoso de devolver esas atenciones, intentó quitarle el ajustado pantalón de piel negra que llevaba, pero no pudo correrlo ni un milímetro.
Sonriendo, Gackt se separó de él un instante y se quitó el pantalón con un solo movimiento.
Sakura siempre había estado orgulloso de sus “atributos” masculinos, y aunque había oído mucho acerca de Gackt Jr., sobre todo en las páginas de fans que visitaba de vez en cuando para ver qué tanto podían acercarse en sus delirios a la verdad entre Hyde y él…
No era un buen momento para pensar en eso.
— Pensé que sólo alardeabas.
— ¿Eh?
— Con lo de tu… mágnum.
— No acostumbro mentir. Aunque admito que eso se me escapó.
“Bueno, era de esperarse”, pensó Sakura, “después de todo, Haido chan es muy exigente… Tetchan tampoco está nada mal con su Mukinpo…” reflexionó recordando las ocasiones en que lo había visto desnudo en el backstage.
Antes de que Sakura pudiera abofetearse a sí mismo por estar pensando en eso, los labios de Gackt sobre la piel de su cuello y la dureza de su mágnum presionando su muslo lo devolvieron al momento.
Gackt enredó sus piernas en las de Sakura de un modo inexplicable, y por primera vez en su vida, el baterista pensó que bien valía la pena experimentar cosas nuevas.
El vocalista manoteó un frasco de lubricante del cajón del buró. Sakura sintió los dedos perfectamente lubricados deslizarse en su interior, descubriendo que la sensación no le desagradaba en lo más mínimo. Pronto, Sakura gemía de placer por la forma en que Gackt lo tocaba, y cuando retiró su mano para acariciar su espalda, dejó escapar un gruñido de protesta.
Las manos del cantante recorrían su espalda con fuerza, bajando luego por sus costados hasta afianzarse bien en su cadera.
Sakura sintió cómo Gackt ponía en su interior algo bastante más grande que sus dedos, y cuando comenzó a moverse rítmicamente, fue incapaz de decidir si aquello dolía más de lo que le daba placer.
Deseaba mirarlo, acariciarlo… pero Gackt permanecía pegado completamente a su cuerpo, moviendo cada uno de sus músculos de un modo que no parecía humanamente posible.
La dulzura de los besos de Gackt, contrastando con el ritmo violento de sus penetraciones, llevó al baterista al clímax más pronto de lo que hubiese deseado. Sin embargo, ¿habría podido continuar si aquello se hubiese prolongado mucho más? Su cuerpo se estremeció como sacudido por una corriente eléctrica, y ahogó un grito de éxtasis en el hombro del cantante.
Gackt, sintiendo el cuerpo de Sakura vibrar de puro placer bajo el suyo y arrobado por la forma mística en que la luz jugaba con sus facciones, se abandonó a la intensidad del orgasmo.
Cuando pudo levantar la vista, Sakura había caído rendido al sueño, su rostro en completa paz iluminado por la luz de la luna. Gackt llegó a una conclusión: Sakura era hermoso. Quizá no tanto como Hyde, pero lo cierto era que la belleza de Hyde era algo que incluso los ángeles envidiarían, así que…
Si tan sólo Hyde pudiera ser tan honesto como Sakura, si tan sólo se entregara a él con la misma libertad que el baterista… Aquello había sido muy corto; demasiado corto, de hecho, para sus estándares; pero había sido sumamente gratificante.
Sintiéndose feliz y sobrio después de un poco de buen sexo, Gackt besó a Sakura en la mejilla, acomodó las sábanas sobre sus cuerpos desnudos y, seguro de que quería repetir lo de esa noche, se dispuso a dormir.
A la mañana siguiente, Sakura rechazó el desayuno y tan sólo pidió a Gackt que lo llevara a su casa.
— ¿Estás seguro? ¿No preferirías ir por tu auto?
— Iré por él más tarde. Con el alcohol de anoche, estoy seguro de que no huelo nada bien… mejor me daré un baño antes de atreverme a salir.
— Como gustes.
Gackt siguió las indicaciones de Sakura hasta llegar al apartamento.
— Bien, es en el número dos del octavo piso. Ya sabes dónde encontrarme.
— Igual, puedes llamarme cuando quieras.
— Te veré luego — estaba a punto de bajar del auto, cuando Gackt lo retuvo por el brazo y se inclinó para besarlo suavemente en los labios.
— Hasta después.
El baterista caminó hasta su edificio elegante y tranquilamente, mientras Gackt lo observaba.
En cuanto cerró la puerta del apartamento a sus espaldas, dejó caer las llaves al suelo, seguidas por él mismo. Tras algunos gemidos y un gran esfuerzo por convencerse de que al menos tenía que llegar a su cuarto, se arrastró hasta la cama.
Su aspecto había sido el mejor para Gackt; pero la verdad era que la cabeza le punzaba como si alguien estuviera golpeando un gong en su interior, la mínima luz lastimaba sus ojos, sentía el estómago revuelto, la garganta seca y, sobre todo, le dolía la parte de atrás.
— ¡Gackt, vete al infierno! ¡Con todo y tu mágnum!
Sin embargo, cuando por fin pudo encontrar una posición cómoda en el colchón, se encontró rozando sus labios con las yemas de los dedos, recordando los besos del cantante, la forma en que sus manos…
Antes de que pudiera notarlo, tenía una erección enorme.
— ¡Demonios! — maldijo para sí mismo, porque aquello requería de atención y hasta el más mínimo movimiento dolía como el infierno.
Mientras, Gackt se miraba al espejo.
— Creo que la playera sin mangas está descartada…
Esa tarde tendría una sesión de fotos, y su torso y su cuello estaban cubiertos de marcas rojimoradas. Eso podía desaparecerse con maquillaje y la iluminación adecuada, pero de la hilera de dientes marcada en su hombro no estaba del todo seguro.
Round 2
Durante dos días completos, Sakura no había podido moverse sin pensar en el infierno, la eterna condenación y Gackt íntimamente ligados, y aunque desde entonces había estado delineando un plan para vengarse, no podía decir que estuviese del todo arrepentido. Después de todo, Gackt resultaba increíblemente sexy. Con esto en mente, echó una fugaz mirada al altero de revistas que había conseguido en las últimas dos semanas y media, todas en las cuales aparecía Gackt.
— Pero esta vez serás mío — una amplia sonrisa se dibujó en su rostro mientras tomaba el teléfono y marcaba un número de memoria.
— Moshi moshi — respondió la suave pero masculina voz al otro lado de la línea, provocando a Sakura un ligero cosquilleo en el vientre.
— Sakura desu.
— Ah, Sakura chan! Genki?
— Genki, genki. Kimi wa?
— Genki.
— Ne, me preguntaba si estarías ocupado esta semana.
— Estoy trabajando en un nuevo single, pero creo que podría tomarme unas horas uno de estos días.
— Perfecto. Tú decides dónde y cuándo nos vemos.
— Con el ajetreo de estos días, preferiría una reunión tranquila.
— Podemos vernos en mi casa, si te parece bien.
— Un, me agrada la idea — después de todo, Gackt pensaba que se podía conocer mejor a una persona observando el lugar donde vivía… y el contenido de sus cajones, claro.
— Yo tengo libre toda la semana, así que tú decides el día.
— Mh… — pensó un momento, repasando la apretada agenda —. ¿Te parece bien el jueves?
— Claro.
— Yoshi. Te veré alrededor de las ocho, entonces.
— Un. Hasta entonces.
— Ja.
Sakura colgó. Todo, hasta ahí, iba de maravilla. Nada interrumpiría su plan perfecto. De pronto, pensó qué pasaría si Hyde llamaba justamente el jueves…
No. El destino no podía ser tan cruel con él. Había hecho cosas malas en su vida, pero nada tan terrible como para merecer ese karma.
Decidió desterrar la posibilidad de su mente y dedicarse a preparar todo para el jueves por la noche.
El timbre de su puerta sonó a las ocho con doce minutos y Sakura fue a abrir, esforzándose por ocultar su impaciencia. Había estado esperándolo desde las seis de la tarde.
Abrió la puerta y se topó con Gackt, que presumiblemente acababa de salir de una sesión de fotografía, a juzgar por su aspecto impecable. Eso y la sonrisa entre inocente y sensual obligaron a Sakura a preguntarse si había dejado su pila de revistas que contenían fotos de Gackt sobre la mesita de la sala. Echó un rápido vistazo y se relajó, recordando haberlas guardado en el mueble que soportaba el televisor y su equipo de sonido.
— Bienvenido.
Y mientras Gackt entraba, Sakura lo miró de arriba abajo.
— Konbanwa.
Antes de que pudiera cerrar la puerta, Sakura recibía de manos de Gackt una botella de champagne rosado (de mejor clase que el vino que pensaba ofrecerle, notó de inmediato) y una sola rosa roja.
— Do… — su agradecimiento fue interrumpido por un beso, que reflejaba con intensidad todo lo que le era característico a Gackt — arigato — terminó, sintiendo que le faltaba el aire.
— Por nada.
— Pasa. Iré por un par de copas — le señaló la estancia mientras cerraba la puerta. Fue a la cocina, poniendo la rosa en un vaso con agua y recogiendo el servicio que ya tenía listo.
Mientras, Gackt revisaba la estancia de Sakura. Un cajón a rebosar de recibos de pago, otro conteniendo una libreta y el directorio telefónico, montones de discos en la repisa, algunas películas, una considerable colección de revistas de música más o menos recientes en la puerta de abajo…
— ¿Buscas algo? — preguntó intentando disimular su nerviosismo; Gackt estaba observando las revistas. Seguramente sabría que él aparecía en todos y cada uno de los números actuales y atrasados de las revistas que tenía ahí.
— No. Sólo echaba un vistazo.
— Oh — recordó haber leído en alguna página de internet que Gackt solía registrar hasta el último rincón cuando llegaba a un lugar desconocido. Claro que había creído que era sólo un tonto rumor de fans.
— ¿Te molesta?
— No. Sólo me pareció un poco extraño.
— Sou desu ka.
— Bueno, ¿quieres una copa?
— Claro.
Sakura se concentró en descorchar la botella y servir las dos copas. Por un rato, ambos se dedicaron a beber champagne fría y conversar, dirigiéndose miradas y sonrisas un tanto sugestivas.
— Y dime, ¿cuál es la temática del nuevo single?
— Ya sabes… Amor. Es lo que nos inspira a todos, ¿no?
— Mh… contigo, parecen ser el amor y la tragedia, siempre juntos.
Gackt rió un poco.
— Probablemente. Aunque este es más alegre.
— Entonces valdrá la pena escucharlo.
— No me gusta presumir, pero la canción principal del disco… digamos que me siento feliz con ella.
— Así debería ser, ¿no? Hace mucho tiempo que no escribo nada… al menos nada que merezca la pena de pulirse.
— Sou desu ka. ¿A qué crees que se deba?
— Tal vez es simple falta de una inspiración apropiada.
— Ahora que lo dices, creo que sólo he escuchado una canción escrita por ti.
— ¿Ah, sí?
— Un. Con L’Arc~en~Ciel, Good morning Hide.
— Oh. Esa canción. A veces pienso que mi vida hubiese sido mucho mejor si esa época no hubiera pasado en absoluto.
— ¿Tú crees?
— Sí — la conversación iba justo por el camino indicado. Sakura reprimió una sonrisa y bebió un largo trago de su copa.
— ¿Por qué?
— No hay muchas cosas dignas de recordarse en esa época de mi vida.
— Pero es gracias a ese pasado que eres el hombre que eres ahora, ¿o no?
— Sí. Y pienso que podría ser alguien mucho mejor que esto de no ser por algunas decisiones que tomé entonces.
— ¿Te refieres al… problema con las drogas?
Sakura apeló a todas sus habilidades para reprimir una exclamación de triunfo y colocar una máscara de amargura sobre su rostro. Desvió la mirada para evitar que su emoción fuera delatada por sus ojos. Al fin, Gackt había caído en su trampa. Ahora sólo tenía que ajustar bien las cuerdas y, si Gackt se movía en la dirección esperada, todo saldría según lo planeado.
— ¿Sakura chan?
— Sí, ese soy yo. Sakura el ex baterista de L’Arc~en~Ciel, que casi arruina el sueño de sus amigos por caer en las drogas. Vaya que debería estar orgulloso de llevar ese título, ne?
— No… no lo dije por eso. Pienso que deberías estar orgulloso de quien eres. Después de todo, superaste el problema.
— Sí, claro.
Dejó la copa a un lado y se puso en pie. Había llegado al momento crítico de su plan. Sólo faltaba ver si Gackt caía o no definitivamente en su trampa.
— Sakura chan…
Al baterista sólo negó con la cabeza, dejando que el cabello tan negro como el ónix ocultara sus facciones. Dio un paso y la mano de Gackt lo retuvo por la muñeca.
— ¿A dónde vas?
Sakura se encogió de hombros; sobre su rostro, una expresión de completa tristeza.
— Quédate a mi lado.
No dijo nada, pero tampoco se movió para alejarse. Ahora todo dependía de Gackt, que no soltaba su muñeca y cuya mirada se clavaba en su espalda.
— Sakura…
— ¿Por qué tenías que tocar ese punto? A veces pienso que nadie lo olvidará nunca.
El ex vocal de Malice Mizer exhaló un suspiro.
— Hay… ¿algo que pueda decir o hacer para que me perdones?
Sakura respiró hondo, ocultando una sonrisa. Todo había funcionado a la perfección. Esa última línea de Gackt había sido el clic que confirmaba cómo la trampa se cerraba y quedaba bien asegurada.
— Tal vez — dijo por fin, y se volvió lentamente a mirar a Gackt, que aún tenía esa expresión preocupada en su rostro.
Despacio, se inclinó para besarlo, y Gackt lo recibió relajándose notablemente, con la certeza de que, después de todo, Sakura no lo echaría de su casa.
Lo empujó para obligarlo a tenderse a lo largo del sillón doble.
Gackt era dócil a las exigencias de sus manos, sus ojos aún reflejando preocupación y culpabilidad. Sakura se sintió un poco mal por eso, pero decidió ignorarlo y disfrutar del momento.
Desabotonó su camisa y besó su torso delgado pero musculoso, mientras sentía sus manos enredarse en su cabello negro. Cuando las manos de Gackt se deslizaron bajo su camiseta negra, luchó por levantarse de encima de él, tomándolo de la mano.
— Ven — lo guió hasta su recámara, pensando que era una lástima que, ahora que Gackt le permitiría hacer lo que quisiera con él, su estatura le impidiera cargarlo en sus brazos como hacía con Hyde.
Gackt se sentó en la cama, su mirada triste y su boca curvada en una sonrisa sin alegría. Levantando la camiseta de Sakura, besó lentamente el firme abdomen.
Si Sakura hubiese sabido lo extremadamente sensible que era Gackt a ese tipo de situaciones, quizá su plan se hubiese venido abajo.
El baterista gozó de la caricia un momento, antes de arrastrarlo consigo a la cama. Se quitó la playera y terminó de quitarle la camisa, inclinándose después para besarlo en la boca. El roce de sus pezones contra la piel cálida de Gackt y de los del vocalista contra su pecho le hizo soltar un gemido.
Afortunadamente para él, Gackt llevaba pantalones formales, y no los de cuero negro que tanto le gustaban, porque pudo sacárselos sin demasiadas dificultades.
El vocal tenía los ojos entrecerrados, su pecho agitado pese a la expresión serena de su rostro.
Sakura tomó en su mano la erección del cantante, dándole un par de apretones que lo hicieron arquear la espalda y gemir suavemente. El sonido fue demasiado para Sakura, que de pronto decidió darse prisa antes de terminar sin haber podido cumplir con su objetivo principal.
Buscó a tientas algo en el buró. Miró el frasco: lubricante sabor cereza… un estremecimiento le recorrió la espalda. Eso era lo que le gustaba a Hyde, y por alguna razón, usarlo con Gackt simplemente no parecía correcto. Dejó caer el frasco al suelo y siguió buscando, hasta dar con una botella de aceite bronceador, que había sido abandonado ahí por una antigua novia que no gustaba de su palidez. Decidiendo que cualquier cosa era mejor que el lubricante de cereza, vació una generosa cantidad en su mano, aplicándolo entre las piernas de Gackt y sobre su miembro, cuidando de no tocarse con demasiada fuerza.
Pasó las piernas de Gackt a cada lado de su cuerpo, acariciando con fuerza los poderosos músculos de la parte trasera de sus muslos. Lo levantó un poco para penetrarlo, lentamente y sorprendiéndose de lo estrecho que era.
Un jadeo escapó de sus labios entreabiertos, mientras Gackt cerraba con fuerza los ojos y apretaba los puños en los antebrazos de Sakura. Cuando estuvo todo dentro, el baterista se inclinó hasta descansar su cuerpo sobre el de Gackt, besándolo en los labios antes de empezar a moverse rítmicamente, de nuevo sorprendiéndose con la ligereza y la flexibilidad del cuerpo del cantante, y cómo esto le permitía amoldarse a él perfectamente. Tomó su duro miembro en su mano, acariciando y apretando al ritmo cada vez más violento de sus penetraciones, y sólo entonces Gackt empezó a jadear.
Gackt seguía el ritmo de Sakura, pese a que el sentimiento de culpabilidad solía sumirlo en un estado letárgico no muy combinable con la lujuria… pero por ahora sólo quería complacerlo, hacer todo lo que Sakura le pidiese. Sintió su ritmo acelerarse, sus besos volverse exigentes, duros, casi tanto como los suyos y, al fin, terminar dentro de él.
Por un instante, la presión de los dedos de Sakura disminuyó, pero pronto se recuperó y con tres tirones más consiguió llevarlo al clímax.
El ex vocal de Malice Mizer tenía los ojos cerrados, concentrándose en respirar, tarea que el peso de Sakura sobre su pecho le dificultaba un poco más. Después de un rato, pudo moverse y se acomodó lado a lado con él, observándolo. Estaba resignado a no poder moverse libremente por uno o dos días. Seguramente su staff se preguntaría si le pasaba algo cuando lo vieran quedarse quieto, cuando acostumbraba a hacer acrobacias siempre que estaba en un lugar lo bastante espacioso… pero al menos esperaba haber logrado algo.
— Saa… supongo que ya no estás molesto conmigo.
Sakura habría reído, pero el tono de Gackt era demasiado serio, y de nuevo una punzada de culpabilidad lo atacó.
— Sou desu — avanzó para besarlo y pronto se vio atrapado entre los brazos de Gackt.
— De todas formas, disculpa por haberte recordado algo que querías olvidar.
— No… Está bien. Creo que tienes razón.
— Como te dije, el haber superado ese problema te hace un hombre fuerte. No muchas personas se libran de una adicción, ¿sabes?
Sakura exhaló un suspiro.
— En realidad, nunca lo habría logrado sin mis amigos. Y la ayuda profesional, claro está.
— Sou ka.
Tras pensar un rato, con los dedos de Gackt jugueteando con su cabello negro, Sakura volvió a hablar.
— Es tan irónico…
— ¿Qué cosa?
— Muchos creen que Tetsu me botó de la banda; y en realidad fue sólo gracias a ellos que pude terminar el tratamiento. Sobre todo gracias a Haido… y sin embargo, mírame ahora, de vuelta a las adicciones enfermizas que sacan mi vida de equilibrio.
— ¿De nuevo? — el abrazo de Gackt se volvió más estrecho, reconfortante.
— Un. Mi obsesión por Hyde… es como una maldita adicción. Es ahí donde está la ironía.
— Sé que no es un buen consuelo, pero no eres el único que está así por culpa suya.
— Lo sé. Y no sé si eso mejora o empeora la situación.
Gackt asintió.
— Me temo que pronto estaré de regreso en un hospital si sigo así.
— No si puedo evitarlo.
El cantante se colocó sobre Sakura, besándolo tiernamente.
— Si podemos bastarnos el uno al otro, entonces nos libraremos de Hyde y su veneno de efecto retardado.
— Sou — su frase de asentimiento fue interrumpida por un profundo beso, que se tornó cada vez más apasionado.
Sus músculos aún experimentaban la dulce relajación del orgasmo, pero Gackt volvía a encender su pasión. De pronto, recordó lo que había escuchado de Gackt y sus sesiones de ocho horas continuas, cosa que no había creído en absoluto… pero con Gackt nunca podía estarse seguro.
“Supongo que pronto averiguaré si es cierto o no…” pensó y dejó que Gackt tomara el control.
♂
Mientras, en otro lugar de Tokyo, Hyde regresaba al apartamento que compartía con Tetsu. El bajista lo esperaba sentado en el sillón, entre bolsas y paquetes de compras, con la vista fija en la puerta de entrada.
— Tadaima!
— Okaeri, Haido chan! — ¿cómo era que, cada vez que lo veía, volvía a sentir ese flechazo? Quizá ese era el mayor don de Hyde, por encima de su voz inigualable.
— ¿Fuiste de compras?
— Sí… la tarde se hacía muy larga sin ti.
— Qué bueno que encontrase una forma de pasar el rato.
Tetsu no sabía si aquello era en serio o si era uno de esos sarcasmos tan suyos.
— Y cómo fue la práctica?
Hyde había ido a ayudar a Glay con los arreglos definitivos para un par de canciones, a pesar de que los arreglos nunca habían sido la especialidad de Hyde.
— Pues es Glay, ya sabes cómo son. Nunca se ponen de acuerdo de manera pacífica.
— Así que también tuviste que hacer de réferi.
— Algo así.
Para entonces, Hyde ocupaba el lugar junto a Tetsu y le acariciaba la rodilla de manera sugestiva.
— Bueno, yo tampoco perdí el tiempo — anunció feliz el bajista y poniéndose en pie, comenzó a mostrarle todo lo que había comprado, dándole un detallado relato de todas las consideraciones que había tomado al hacer cada compra.
Hyde lo miraba con exasperación, ansiando el momento en que Tetsu comenzara a prestarle atención.
Cuando al fin terminó el desfile de modas de ropa de temporada de marcas reconocidas (que podía rivalizar con cualquier pasarela de diseñador europeo), Hyde volvió a su modalidad romántica y se entregó por entero a la tarea de seducir a Tetsu, arrastrándolo consigo a la habitación, que por cierto tenía de vuelta el juego de sábanas de seda color naranja.
Tetsu, sintiendo a Mukinpo despertar de su siesta, le arrancó la camisa al hermoso vocalista (haciendo una anotación mental de comprarle una nueva), que lo miraba con sus enormes ojos marrones entrecerrados. Admiró su torso desnudo, y mientras su corazón daba un vuelco, esbozó una media sonrisa. Ahí, sobre la delicada piel de los hombros y el cuello de Hyde, estaban las claras marcas que dejaban los besos apasionados y los mordiscos.
Y aquellas marcas no habían estado ahí cuando Hyde había salido esa mañana…
El nombre de Takuro hizo eco en su mente. Por supuesto, Tetsu sabía que una práctica nunca se prolongaba por tanto tiempo, y por un instante, sintió los celos provocarle un burbujeo en la boca del estómago, acompañado por el repentino deseo de golpear a Hyde hasta dejarlo inconsciente. Quizá si Hyde estaba inconsciente aquello podía ser mucho más divertido. Sin embargo…
— Tetchan…
El suave rubor de sus mejillas, el tono dulce de su voz grave, su magnética e intoxicante belleza, hicieron que, en lugar de golpearlo, lo besara con dulzura.
— Doiha chan…
Continuó desnudándolo, para encontrar más marcas sobre su cuerpo. Si Takuro, o cualquier otro de los miembros de Glay, le había hecho eso aquella tarde, entonces Hyde estaría satisfecho de sexo salvaje y esa noche le pediría hacerlo suavemente.
Sí. Definitivamente. Esos besos eran demasiado tiernos, considerando la erección que apoyaba contra su muslo.
Tetsu cerró los ojos, gozando del olor y el sabor de su piel fresca que todavía guardaba el aroma del jabón, y del sonido de sus suaves gemidos. Se colocó sobre Hyde, olvidándose por entero de los celos.
Después de todo, quizá no era posible aplicar las reglas convencionales a Hyde, pues él era un ángel. O un demonio. Y quizá ninguno de los dos podía tener dueño.
Además, Tetsu sabía que, sin importar cuántos nombres figurasen en la siempre creciente lista de amantes de Hyde, y lo mucho que todos ellos lo amaran, el vocalista lo amaba a él. Muy a su manera, pero lo amaba. Y aunque en muchas ocasiones Hyde regresara a casa con la piel cubierta de marcas y el cabello todavía húmedo de la ducha, siempre regresaría a su lado.
Con eso en mente y con las manos de Hyde tirando desesperadas de la hebilla de su cinturón, se dispuso a darle a su amado justo lo que le pedía.
Round 3: Final Round.
Tetsu dio un último y largo beso a Hyde antes de despedirse definitivamente. Hyde lo miraba con ojos de cachorrito apaleado.
— ¿Y qué se supone que voy a hacer sin ti por cinco largos días?
— Tratar de no extrañarme demasiado — dijo por rutina, aunque sabía bien qué era lo que Hyde haría apenas su avión despegara.
— Ryokkai.
— Ja ne — cerró la puerta tras de sí, mirando su reloj y comprobando que apenas estaba a tiempo para llegar al aeropuerto, donde su manager y su equipaje ya lo esperaban.
Un minuto y cuarenta y ocho segundos después, Hyde miraba pensativo el techo con el teléfono inalámbrico en la mano. Cinco días eran demasiado tiempo…
Empezó a repasar su lista: Takuro? No… Takuro era muy brusco y lo cansaba demasiado a prisa. Kirito? Demasiado callado como para pasar cinco días con él… y ni qué decir de Mana. Kaoru? No, Kaoru estaba de vacaciones en Londres; Kyo sí estaba en Tokyo, pero cinco días de amor macabro no eran de su completo agrado. Daigo? Mh… Daigo estaba en Nueva York. ¿O era Nueva Zelanda? Bah, Nueva Algo; pero lo importante era que estaba fuera del país.
Miyavi? Lo consideró un buen rato, pero decidió al fin que le apetecía algo más refinado y que no dijera “Miyavi desu” cada diez minutos. Gackt parecía estar recluido en su casa desde hacía meses, presumiblemente trabajando en algún nuevo y gran proyecto. Nao? No… era agradable pasar un rato con él, pero sabía que después de un día se quedaría sin ideas, y tenía por delante casi toda una semana… lo mismo se aplicaba a Isshiro…
Por fin, una idea genial le vino a la cabeza y marcó de memoria el número telefónico de Nishikawa Takanori. Quizá el memorizar tantos números de teléfono tenía algo que ver con que de pronto olvidara la letra de sus propias canciones y en pleno concierto.
♂
— Moshi moshi — con cuidado, sirvió la comida para perros de Bell Constantine en el tazón y lo colocó en el suelo mientras sostenía el auricular con el hombro.
— Gacchan!
El rostro de Gackt se iluminó al reconocer la voz de Sakura al otro lado de la línea.
Por varios meses, Sakura y Gackt habían tenido la relación más estable que habían conocido en sus vidas. Incluso la idea de vivir juntos definitivamente rondaba la mente de ambos.
Como Gackt solía relacionarse con gente más o menos parecida a él, la mayoría de sus amigos estaban al tanto; pero Sakura se había restringido. El principio, Gackt lo había cuestionado al respecto, pero después el baterista de SOAP le explicó que si sus amigos se enteraban, tarde o temprano la noticia llegaría a oídos de Hyde, y nadie sabía nunca de qué era capaz.
— Ohayou, Sakura chan! — al instante percibió algo extraño en su voz —. Doushita no? Daijoubu?
— Por el momento, sí.
Gackt se recargó en barra de la cocina, sus cejas frunciéndose levemente sobre sus ojos castaños. En la voz de Sakura había algo que no había escuchado nunca antes. Era… ¿miedo?
No. Aquello superaba al miedo.
— ¿Qué ocurrió?
— Por favor, ven aquí.
— ¿Estás en tu apartamento?
— Un.
— Bien, voy para allá.
— Domo — dijo exhalando un suspiro de alivio.
— Sakura chan?
— Hai?
— Tranquilízate.
— Un.
— Ja — colgó y respiró hondo —. Lo siento, querida, tengo que salir un momento — dijo acariciando el lomo de Bell Constantine antes de ir a cambiarse.
Pocos minutos después, Sakura recibía a Gackt en su casa. Lo estrechó contra sí y le dio un beso suave en los labios. Al vocal le parecía extraño ver a Sakura así, con su aspecto serio y fuerte de siempre, pero el miedo reflejándose en el brillo de sus ojos.
— Doushita no?
— Hyde.
— Ara?
— Gacchan, Tetsu acaba de salir del país. Y no se ha llevado a Hyde con él.
— Sou desu ka.
— Me enteré por la radio. El aeropuerto estaba a reventar de fans histéricas despidiéndose de él.
— Sou… Es bueno que te hayas enterado tan a tiempo.
— Bien, ¿qué hacemos?
— ¿Cuánto tiempo estará fuera Ogawa?
— No estoy seguro, pero escuché que sería una semana o algo así.
La mente de Gackt trabajó con rapidez.
— Podríamos ir a mi casa en Kyoto y dejar desconectado el teléfono… nos comunicamos sólo mediante los celulares y así, incluso si a ese akuma se le ocurre llamarnos, no podrá saber dónde estamos.
— Un.
Pasaron unos segundos de silencio.
— Pensándolo bien, hay sólo una hora y media en shinkansen entre Tokyo y Kyoto.
— Pero si Hyde no sabe dónde estamos, entonces…
— Considérame idiota, pero una vez llevé a Hyde a esa casa…
— Oh… — ciertamente, Sakura no podía culpar a Gackt. Simple y sencillamente, era imposible pensar con claridad cuando Hyde estaba cerca —. Bueno, ¿cuál es el plan B?
— Tienes tus papeles en orden?
— Claro.
— Yoshi. Entonces vamos a Hong Kong. Tengo un buen amigo ahí.
— ¿Puedes llegar a su casa de improviso?
— Un. Además, le diré que te llevaré conmigo para que te conozca.
— Perfecto. ¿Qué harás con tus mascotas?
— Telefonearé a You para que se encargue de ellas.
Sakura asintió.
— Debo preparar el equipaje.
— No te lleves nada. Debemos salir rápido de aquí… y además eso nos dará un pretexto para salir de compras una vez que estemos allá.
— Wakatta. Ah, debo llamar a Ken. Iba a venir a traerme un disco con la melodía a la que le ajustaremos una de mis letras.
— Sou desu ka.
Sakura se dirigía al teléfono cuando el timbre de la puerta lo detuvo.
— Oh, bueno, creo que no será necesario. Incluso puedes ayudarme con eso en Hong Kong, ne? — fue a abrir —. Domo, Ke..! — se interrumpió bruscamente, pues ahí, frente a su puerta, se encontraba el protagonista más frecuente de sus sueños y sus pesadillas —. Ha… ¡Haido chan! ¿Qué haces aquí?
— Necesito de un amigo — dijo con cara de desolación.
Quizá su tristeza era genuina, pues en menos de tres horas, Takanori, Yasu, Tora y Kinya habían desbaratado sus planes.
Sakura estaba paralizado. Aquél era un día excelente para una reunión de amigos. El único inconveniente era que Hyde tenía la costumbre de acostarse con sus amigos, conocidos, compañeros de trabajo, personas de las que había escuchado hablar… y todo lo que se le pusiera en frente.
Iba a cerrarle la puerta en la cara, seguro de que Gackt y él podían sobrevivir una semana completa con la comida que tenía en el refrigerador y la alacena; pero sus atormentados sentidos no lo dejaron reaccionar a tiempo y antes de que pudiera notarlo, Hyde ya se había colado en su casa.
Le cruzó por la cabeza la idea de salir él del apartamento y dejar a Hyde encerrado ahí hasta el regreso de Tetsu, pero había un pequeño inconveniente: Gackt se quedaría encerrado con él. No… no podía hacerle algo así a Gacchan…
— ¿Qué… qué te trae por aquí?
— Me siento deprimido… — se dejó caer en el sillón triple. El mismo sillón donde Gackt y Sakura habían pasado muchos… ratos agradables… en los últimos meses.
— ¿Y eso a qué se debe?
— Tetchan salió del país.
Mentalmente, Sakura maldijo a su antiguo líder e hizo una anotación mental de soldarle una cadena al cuello que lo uniera a Hyde la próxima vez que lo viera.
— Oh… ¿hace cuánto?
— Esta mañana.
— ¿Y ya estás deprimido?
— Un.
— Y… ¿por qué no fuiste con él, entonces?
Hyde hizo un gesto como si estuviera a punto de romper a llorar.
Mientras, Gackt observaba la escena considerando la situación. Hyde estaba ahí, en el sillón triple dándole la espalda y quedando de frente a la puerta, mientras Sakura estaba sentado frente a él.
— ¿Qué se supone que haga?
— Mh… ¿por qué no vas a casa y le preparas el mejor banquete de su vida para cuando regrese?
Hyde lo miró extrañado.
— Tetchan no volverá hasta dentro de cinco días. Nadie es tan lento para cocinar. Bueno, Gackt sí, pero yo no soy Gackt.
“Gracias a todos los dioses por eso”, pensó Sakura.
— Entonces ve a hacer un tour por todos los centros comerciales de la ciudad hasta que encuentres calcetines de algún diseñador europeo que cuesten treinta mil yenes el par y cómprale una docena… de todos los colores del arco iris. Seguro que eso lo hará feliz.
Hyde bajó la mirada.
— Te estás burlando de mí…
— N… no.
— Sólo porque tú estás solo no tienes que burlarte de la soledad de los demás, aunque sea temporal.
Sakura sólo pudo mirarlo boquiabierto. Hyde no lo veía a él, pero tenía esa mirada de conejo que podía desarmar a cualquiera.
Fue justamente entonces que Gackt decidió que ya había dejado solo a Sakura por tiempo suficiente.
— Te equivocas, Haido chan.
Hyde se volvió bruscamente, mirando sobre su hombro. Esa voz era inconfundible. Por un momento, temió estar al borde de un colapso nervioso, pero en cuanto sus ojos se toparon con el ex vocal de Malice Mizer, se tranquilizó… un poco.
— Ga… Gacchan… ¿qué haces aquí?
Gackt se sentó junto a Sakura, y lo que pasaba entre ellos era muy obvio, pero Hyde se resistía a aceptarlo.
— ¿Estás… ayudando con algo de SOAP?
Ninguno contestó.
— ¿O Sakura será tu nuevo baterista?
— No, Hyde. Sakura chan no se burlaría de ti… y tampoco está solo.
— Uso! — ahora sí, esto era demasiado para él. ¿Qué estaba pasando? Podía vivir con el hecho de que cuatro de sus “amigos” estuvieran ocupados o no disponibles durante toda la semana, pero… ¿que Sakura y Gackt estuvieran juntos? No podía perder al baterista más hermoso del rock japonés. Y ni qué decir de Gackt. ¿Cómo podía pasarle esto?
Agachó la cabeza. Estaba sintiéndose realmente mal. ¿Acaso estaba perdiendo su encanto? Lo recorrió una oleada de pánico, mientras se resistía a considerar realmente la posibilidad. Eso sería un golpe demasiado duro para su orgullo.
— ¡¿Cómo han podido hacerme eso?! ¡Los dos! ¡¿Cómo han podido ser… infieles?!
— ¿Infieles?
— De qué demonios hablas, Hyde?
— De ti y Sakura.
— ¡Creo que de todas las personas del mundo, eres a quien más le está prohibido utilizar la palabra infiel para acusar a alguien!
— Yo…
— ¡Tú te has acostado con medio Japón! — restalló Sakura —. Y eso sin mencionar a los extranjeros que puedas haber conocido. De veras, Hyde, ¿hace cuánto que perdiste la cuenta?
Hyde miraba hacia un lado, sus ojos vidriosos, los labios temblando ligeramente y las mejillas enrojecidas.
Hyde era hermoso, y aún con sus treinta y tantos años, el cabello lacio y más corto de lo que había sido cuando Sakura lo conoció, seguía pareciendo una princesa… o una sirena… o simplemente, el ser más andróginamente hermoso que hubiese respirado jamás sobre la Tierra.
Mientras, Hyde se sentía asfixiar… pero la sensación pasó pronto. Después de todo, Hyde era un hombre práctico. Después de todo, ¿quién llevaba la cuenta? ¡Bah! ¿No decían acaso que contar las raciones de pastel o de chocolates hacía que éstos te hicieran engordar? Debía aplicarse también a las mujeres… y a los hombres… ¿o no?
Exhaló un suspiro y Gackt y Sakura creyeron que empezaría a sollozar. Pero en realidad, Hyde sólo se había recuperado, y había decidido que sus artes de seducción le darían un plan emergente para resolver ese pequeño problemita.
— Y… ¿hace cuánto que están juntos?
— Mh… siete meses y medio, si no me equivoco.
Gackt asintió.
— Sou desu ka — dijo mientras pensaba que eso explicaba por qué ninguno de los dos lo había llamado en tanto tiempo. De algún modo, ese pensamiento le dio un poco más de fuerza —. Qué bueno por ustedes.
Gackt y Sakura se relajaron un poco, aunque al cantante su sexto sentido le decía que algo no marchaba bien en absoluto. Mientras, a Hyde acababa de ocurrírsele algo. No podía fallarle; conocía demasiado bien a aquellos dos. Reprimió una sonrisa.
— Me pregunto una cosa…
— Hai?
— ¿Nunca han… hecho nada?
— Claro que sí — Sakura respondió tan rápido como Hyde esperaba de él.
— Sou ka… Es sólo que… como los dos son tan seme… imagino que habría una verdadera guerra al momento de ir a la cama.
Gackt casi rió al recordar su primera noche juntos.
— Hemos resuelto tales cuestiones entre nosotros.
— ¿Cómo?
— Ya sabes, intercambiando roles.
— Demo… jamás pensé que serías un uke, Gacchan; ni siquiera con Sakura chan — “Vamos, Gacchan, no me decepcionen tú y tu liberalismo”.
— Tal vez nos gusta experimentar cosas nuevas.
Esta vez, Hyde se permitió una amplia sonrisa, mientras se ponía en pie y los miraba fijamente.
— ¡Bien! Tengo una propuesta interesante para ustedes.
— Ara? — Sakura se envaró.
— Bueno, es sólo que… yo estoy solo… por los siguientes cinco días… y ustedes saben cuánto me gustan, y aquí están, juntos y deseosos de experimentar cosas nuevas.
Gackt sintió un escalofrío.
— Oh, Kami sama. Esa sonrisa… la recuerdo de Taiwán, cuando se metió en mi camerino…
Hyde se acercó otro paso, mientras los otros dos músicos lo miraban, aplastados contra el sillón.
— Gacchan… creo que después de esto, necesitaré ayuda profesional.
“Te acompañaré a las terapias”, quiso decir Gackt, pero sólo pudo jadear de asombro, pues Hyde ya estaba en el sillón, en medio de ambos.
FIN
Este fic es para Kyoko (a quien le gustan los fics con limón), Tetsuko (que no se podía imaginar a Sakura de uke), Misao (yaoi, yaoi, yaoi!), Reiko (a quien le gustan los pollos y los JRockers que se visten con los colores del arco iris) y Gilly (que comparte mi adoración por cierto JRocker que protagoniza este fic).
Alexa chan