2 - 03

SECCIÓN 2
KAKUSEI [DESPERTAR]

3. Kankoku Josei to no Kekkon to Rikon no Kunou

[La Angustia de mi Matrimonio y Divorcio con una Mujer Coreana]
Durante mi adolescencia, estuve realmente malcriado.
Tuve un número absurdo de bicicletas y coches. No conocía el valor de lo que tenía. No me importaba ni la vida ni la muerte. Esos sentimientos de indiferencia se agitaban en mi corazón.
Lo que cambió mi vida fue mi encuentro con cierta persona. Yo tenía diecinueve años. Para mí, fue un encuentro extraordinario.
Se trataba de un cliente del casino; de unos treinta años, soltero. Siendo un hombre de negocios, tenía dinero. También tenía una alta posición social y prestigio y, aparte de eso, también tenía una hermosa mujer junto a él. Era una persona perfecta.
Por aquella época, yo estaba trabajando en el casino mientras ejercía de músico de apoyo para una banda. La principal razón de que estuviera tocando la batería con aquella banda era por el carisma de su vocalista. Poseía un gran talento y elegancia y tenía la intención de convertirse en profesional.
Sin embargo, cuando este vocalista dejó el grupo para unirse a otro, mi trabajo como músico de apoyo dejó de tener sentido para mí.
Así que, aproximadamente un año después, dejé la banda. Por esa época entraba y salía de diferentes locales[1], pero nunca volví a ver a mi antiguo vocalista.
Por entonces, quería tomarme la música más en serio. Sin embargo tenía problemas [lit.: Diferencia de temperatura] con los miembros de las bandas que había por allí.
A mi alrededor, había muchos chicos que no tenían ni idea y que decían que si las cosas iban bien, sería genial llegar a profesional. Que si tocaban en una banda, serían populares con las chicas. Casi todos ellos eran así. La música era un hobby para ellos. El dinero que ganaban les llegaba de trabajos a tiempo parcial, como en gasolineras o bares.
Al ser relaciones públicas[2] y crupier en un casino, mi modo de vida era claramente diferente de la de ellos. A causa de esto, nunca establecí una estrecha amistad con ellos.
Había ocasiones en las que me preguntaba si realmente deseaba el tipo de vida que me procuraba el night club. Pasaba por uno de esos momentos cuando conocí a aquel hombre.
Incluso ahora, las primeras palabras que me dirigió permanecen en mi memoria.

-¿Qué es mejor, vivir y pensar que tu vida es maravillosa, o vivir y pensar que no importa nada de lo que hagas? En lo que a mí respecta, voy a vivir pensando que mi vida es maravillosa.
Me dijo eso con una amable sonrisa.
Cuando dijo: “¿Qué es mejor?”, pensé durante un segundo: “¡Quiero vivir pensando que mi vida es maravillosa!”
Esa fue, probablemente, la primera vez que tuve ese pensamiento desde que nací. Porque, antes de eso, había vivido odiando la vida [lit.: viviendo en negación]
A partir de entonces, empecé a relacionarme con él. Pasaba con él el máximo tiempo posible. Iba a su casa y conversábamos sobre muchas cosas. Cada vez que tenía tiempo, acudía a verle.
Aquella fue la primera vez, que yo recuerde, que me sentí interesado por alguien que no fuera yo mismo. Quería convertirme en alguien como él.
Siempre decía: “¿Qué es mejor, esto o aquello?” Y tenía una forma de hablar que era fácil de comprender.
Sin embargo, cuanto más hablábamos, más empezaba a darme cuenta de que su forma de pensar y de hacer las cosas era realmente diferente de la mía. Más que nada, éramos de diferente calibre.
Odio perder, así que, hasta la fecha, cuando conocía a alguien que me superaba en algo, aunque fuera lo más mínimo, me esforzaba por adquirir esa habilidad hasta que conseguía superarle. Sin embargo, él no estaba a ese nivel. Tenía el firme convencimiento de que no estábamos en el mismo ruedo[3].
Aunque han pasado diez años desde entonces, sigue sin acercarse. Sigo creyendo que no estamos en el mismo ruedo[4].
En aquel tiempo y lugar… cuando le conocí… fue como si acabara de nacer.
Estoy convencido de eso.
Nací a los 19 años. Así que, en estos momentos, sigo siendo un niño. Y, por lo tanto, mi edad mental es, probablemente, la de un niño.
No tuve una oportunidad en particular para convertirme en crupier. Después de dejar la escena del night club, aunque empecé a trabajar en muchos sitios diferentes, el último fue el puesto de crupier en un casino.
En aquel lugar, conocí a alguien más. Era una mujer que también trabajaba allí de crupier.
Antes de la publicación de este libro, hubo un artículo sobre ella en una revista de deportes[5]. El titular decía: “¡Gackt Se Casa con una Mujer Rubia 8 Años Mayor que Él!”
Incluso en aquellos días, jamás he tenido una relación con ninguna mujer rubia.
Cuando me marchaba a grabar a Los Ángeles, tuve una conversación con un periodista en el Aeropuerto de Narita. Aunque creo que le dije que no me preguntara nada raro, no pensé que fuera a ser algo como eso. Inmediatamente después de la entrevista, empezaron a aparecer titulares como ese. Lo leí en un periódico en Los Ángeles y me eché a reír.
La mujer de la que llevo separado desde entonces no era Caucasiana. Su nacionalidad era coreana. Sin embargo, no me importa en absoluto el tema de las nacionalidades.
Creo que, en asuntos como éste, la nacionalidad es una estupidez. Eso no me preocupaba.

Cuando dos personas se aman y están juntas, uno dice “te quiero” [lit.: suki, “me gustas”] por las cosas más triviales. La forma de “querer” cambia. Sin embargo, el requisito fundamental es siempre el amor. Creo que esa es la mejor manera.
Nos casamos porque ella me dijo: “Quiero formar parte legalmente de tu familia.” [lit: seki o ireru, “entrar en el registro familiar.”] Yo le dije: “Muy bien, pero no voy a cambiar nada. No me importa entrar en el registro matrimonial, pero eso no significa nada.”
Creo que, sobre el papel, su nacionalidad sí era un problema. Pero parecía que deseaba tener una prueba de nuestro matrimonio.
Sin embargo, creo que al final esto se convirtió en una enorme carga para ambos. Como estábamos casados, decidimos que lo haríamos [el registro matrimonial] pero, por otro lado, repercutió en volver tensa la relación que manteníamos.
Fans enloquecidas hacían cosas como esperar en el exterior de nuestra casa, y eso se volvió una causa de stress para ella. También nos acosaban constantemente. Frecuentemente, llamaban por teléfono a casa y colgaban sin decir nada.
Bajo estas circunstancias, ella acabó por dejar de salir de casa. Finalmente, tuvo una crisis nerviosa.
-Creo que deberíamos separarnos –dijo, al final.
Por supuesto, aunque las fans enloquecidas no eran la única razón de nuestra separación, creo que ella ya estaba recibiendo mucha presión por otros muchos motivos.
Estuvimos casados muy poco tiempo.
No volveré a casarme jamás.[6] Si el nombre de alguien entra en el registro de familias conmigo, será el día de mi muerte.
Si, justo antes de morir, hay alguien que quiera estar conmigo hasta el final y desee casarse legalmente conmigo, y tener una prueba de que hemos vivido juntos, probablemente me casaré con ella de forma legal.[7]

Y tampoco quiero hijos. No creo que los hijos hagan que un matrimonio dure más. Hay parejas que no se han separado a causa de sus hijos, pero eso es muy poco habitual [lit.: una historia completamente extraña.]
Una vez estaba viendo un programa de televisión, donde la gente decía: “Pase lo que pase, los niños deben tener siempre dos padres, no sólo uno.” Pero creo que eso es un problema.
Los niños pueden crecer con un sólo padre. Y los niños que no tienen padres también pueden crecer.
Si los padres piensan: “Debemos permanecer juntos por los niños”, los niños siempre son muy conscientes de lo que los adultos piensan y desarrollan el mismo tipo de emociones. Y nada los podrá convencer jamás de que piensen de otro modo.
Cuando los padres se aman, eso significa algo para el hijo. Si no es el caso, el niño no sabrá lo que significa tener unos padres.
Por supuesto, si ahora dijera que jamás he querido tener hijos, sería una mentira. Me he imaginado cómo serían mis hijos si ella y yo hubiéramos estado de acuerdo en tenerlos.
Pero nunca tendré hijos. Siento pena por cualquier niño que herede mis genes. Esto es debido a las traumáticas experiencias que sufrí durante mi infancia. Fue muy difícil para mí. Vivir lo que todo el mundo consideraba un comportamiento anormal fue extremadamente doloroso.
Si alguna vez existe alguien que lleve mis genes, también tendrá mis habilidades. Recuerdo lo que ocurrió cuando era niño. Mis padres me miraban de forma extraña cuando decía que veía espíritus, y los adultos sospechaban que padecía algún tipo de enfermedad mental.

No quiero que ningún hijo mío tenga ese tipo de recuerdos.

-o-
Extraído en inglés de Cool Like Plastic – Traducido del japonés al inglés por Gerald Tarrant de Shiroi Heya –Traducido del inglés al español por MIRROR – GACKT SHRINE